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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s

¿Puedo aprender a tomar decisiones?



“Me cuesta tomar decisiones” o “No sé tomar decisiones” son frases que escucho con bastante frecuencia en mi consulta. ¿Os sentís identificados?

Lo cierto es que tomamos decisiones constantemente aunque muchas de esas veces no seamos ni conscientes de ello. Decidimos cada día desde qué ropa ponernos o qué vamos a desayunar, hasta cómo vamos a ir al trabajo o al centro de estudios o si dar o no los buenos días a alguien que nos encontramos en el ascensor, entre oras muchas cosas, decisiones aparentemente sencillas o cotidianas. Pero también decidimos sobre otros asuntos de mayor relevancia como pueden ser si compramos un coche u otro, si queremos o no tener hijos, si vamos a seguir o no estudiando o si aceptar o rechazar un puesto de trabajo, por poner algunos ejemplos.

Tomar una decisión significa emitir una respuesta ante una situación, problema o dilema. Y como vemos, tomamos decisiones de forma constante con distinto nivel de importancia.

Depende del asunto, el contexto, la importancia o la situación personal de cada uno, puede costar más o menos tiempo o esfuerzo tomar una decisión, decidir, pero también es cierto que hay personas que encuentran dificultades a la hora de decidir y tomar decisiones, sea cual sea el asunto o porque hay determinados problemas que bloquean a la persona y no permiten que se emita una respuesta.

Es por ello que D’Zurilla y Goldfried (1971) desarrollaron la Técnica de solución de problemas que tiene como objetivo principal ayudar a solucionar problemas y tomar decisiones presumiblemente acertadas.

Este proceso consta de cinco fases y se centra en que ninguna situación es problemática en sí misma, sino que el problema consiste en no tener una respuesta apropiada para resolver ese asunto determinado, es por ello que la solución al problema está en que la persona aprenda una estrategia de resolución óptima de problemas.

¿Cómo poner en práctica esta técnica?

Pasos de la técnica de solución de problemas:

1. Orientación hacia el problema. Considerar que la situación o el hecho en sí no es el problema, sino nuestra falta de respuesta ante la misma. Valorar además las posibles causas del problema, qué importancia tiene, si la solución depende de nosotros y cuánto tiempo y esfuerzo hay que invertir en la solución.

2. Definición del problema. Consiste en definir el problema de forma objetiva respondiendo preguntas como: ¿De qué se trata exactamente?, ¿Desde cuándo ocurre?, ¿Qué me molesta?, de forma que permita comprender de qué se trata el conflicto.

3. Búsqueda de alternativas. Realizar una tormenta de ideas sobre posibles soluciones al problema aunque puedan resultar absurdas a priori. Cuantas más alternativas se generen, más posibilidades habrá de encontrar la respuesta más adecuada.

4. Elección de la alternativa o toma de decisiones. Tras la tormenta de ideas anterior, ahora llega el momento de, entre todas las alternativas propuestas, elegir la opción o combinación de opciones más adecuada teniendo en cuenta tanto las consecuencias positivas como negativas de dicha alternativa y preparar un plan de acción.

5. Poner en práctica el plan de acción. Dar respuesta al problema utilizando el plan de acción acordado en el punto anterior. Una vez realizado, evaluar los resultados para aprender tanto de los aciertos como de los errores e incorporar ese aprendizaje a nuestra memoria teórica y práctica con el fin de facilitarnos la toma de decisiones en futuras situaciones semejantes.

Ya sabéis la teoría, ahora, a practicar. Recordad que todo el tiempo tomamos decisiones, por lo que podéis entrenar esta habilidad aprovechando cualquier circunstancia del día y que no decidir ya es una decisión en sí misma. Existen numerosas oportunidades diarias para entrenar la toma de decisiones.

¡Adelante!


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