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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s

El deseo sexual en mujeres: no está roto, solo funciona distinto


Mujer tumbada cama
Mujer tumbada en la cama

Uno de los motivos más frecuentes de consulta en terapia sexual es: “Ya no tengo ganas”, “Antes sí me apetecía”, o “¿Por qué mi pareja no desea como yo?”. En muchos casos, lo que hay detrás no es una disfunción sexual, sino una forma distinta de experimentar el deseo, especialmente en mujeres, que aún se desconoce o se malinterpreta.

 

Durante años, se ha medido el deseo con un patrón muy centrado en la respuesta sexual masculina: aparece de forma espontánea, con fuerza, y lleva rápidamente a la excitación y al sexo. Pero el deseo femenino, aunque válido y completo, no siempre sigue ese mismo recorrido. Y eso ha llevado a muchas mujeres a pensar erróneamente que “tienen un problema”.

 

¿Qué es el deseo sexual?

 

El deseo sexual es la motivación interna hacia el sexo o hacia experiencias eróticas. Puede manifestarse de distintas formas: pensamientos, fantasías, ganas de contacto físico o excitación corporal.

 

Hay dos tipos principales de deseo:


  • Deseo espontáneo: aparece “de la nada”, como un impulso interno. Es más frecuente en hombres y en etapas tempranas de la relación.

  • Deseo responsivo: aparece como respuesta a un estímulo erótico o afectivo (una caricia, una conversación, una escena íntima). Es más común en mujeres, sobre todo en relaciones largas.

 

Ambos son normales y saludables. El problema es que solo hemos visibilizado uno, el espontáneo.

 

El modelo lineal vs. el modelo circular:

 

Durante décadas, se usó el modelo lineal del ciclo sexual: deseo → excitación → orgasmo → resolución. Este esquema no representa bien la experiencia femenina, que suele ser más compleja y relacional.

 

El modelo circular (propuesto por Basson) sugiere que el deseo puede emerger en el camino, no necesariamente al principio. Muchas mujeres no sienten deseo hasta que empiezan a excitarse o a conectarse emocionalmente. No se trata de falta de deseo, sino de una forma diferente de activarlo.

 

Entonces… ¿Es normal no tener ganas?

 

Sí, sí lo entendemos en contexto. El deseo femenino es altamente sensible a las circunstancias emocionales, relacionales y del entorno. Algunos factores que pueden reducirlo sin que sea una disfunción son:

 

  • Cansancio, estrés, carga mental.

  • Malas dinámicas de pareja (discusiones, falta de conexión).

  • Rutina sexual poco estimulante.

  • Presión por "rendir" o cumplir expectativas.

  • Imagen corporal negativa o cambios hormonales.

 

En estos casos, no es que no haya deseo, sino que el contexto no es favorable para que aparezca.

 

Cómo mejorar la conexión con el deseo:

 

1. Cambiar el foco: del sexo como “meta” al sexo como “experiencia”: Dejar de pensar en “tengo que tener ganas” y empezar por “¿puedo disfrutar un momento de intimidad o afecto?”. El deseo muchas veces aparece una vez comienza la experiencia, no antes.

 

2. Explorar el erotismo propio: Masturbarse, fantasear, leer erotismo, conocer el propio cuerpo… Todo esto permite reconectar con el placer sin presión externa. El deseo necesita espacio propio.

 

3. Hablar con la pareja sin culpa: Muchas mujeres se sienten mal por no desear “como antes”. Hablar de esto con honestidad, sin culpas ni reproches, es clave. La pareja debe entender que el deseo no está roto, solo necesita otros caminos.

 

4. Crear contextos eróticos y seguros: El deseo necesita tiempo, seguridad emocional y estímulos adecuados. Un ambiente relajado, afectivo, sin interrupciones y con espacio para el juego puede marcar la diferencia.

 

5. Consultar si hay malestar real: Si hay sufrimiento, bloqueo o dificultades persistentes, es útil acudir a terapia sexual. Un profesional puede ayudar a distinguir entre una vivencia normal del deseo y una disfunción sexual.

 

En resumen:

 

Muchas mujeres no tienen un “deseo roto”, sino un deseo que funciona de manera diferente a lo que siempre les han contado. El problema no es la falta de ganas, sino la presión por tenerlas de una forma determinada. Reconciliarse con el propio deseo es también un acto de autoestima y de libertad. No se trata de forzar lo que no hay, sino de cultivar las condiciones que permiten que el deseo aparezca. Porque cuando dejamos de perseguir el deseo como una obligación, le damos espacio para florecer como elección.

 

Si necesitas ayuda puedes pedir más información o cita en nuestro Centro de Psicología, somos especialistas en terapia sexual.




Este artículo ha sido redactado por Sara Pérez,

alumna en prácticas del Máster de Sexología Clínica

y Terapia de Pareja de la Universidad Europea de Madrid

en el Centro de Psicología Sonia García.

Artículo supervisado por Sonia García.


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