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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s
Foto del escritorSonia García Barbera

Claves para entrenar la paciencia



¿No soportas la espera? ¿Tienes baja tolerancia a la incertidumbre? ¿Lo pasas fatal cuando algún asunto tarda más de lo que esperabas? Que no cunda el pánico, todo esto lo llevarías mejor con una buena dosis de paciencia.

La paciencia es una habilidad que puede aprenderse y desarrollarse para utilizarla a nuestro favor en el día a día, gestionando bien las emociones y sin perder los papeles.

Lo rápido e inmediato no siempre es sinónimo de mejor, hay cosas que necesitan su tiempo y de la gestión de nuestra paciencia dependerá cómo lo vivamos. Saber esperar con calma y con una actitud tranquila nos ahorraría muchos momentos de malestar innecesarios. Por ejemplo, ¿creéis que enfadarse porque hay una larga cola en la caja del supermercado sirve para algo? No por cabrearnos la cola se va a descongestionar antes y lo único que conseguiremos es pasar un mal rato o incluso que a partir de ese momento nuestro día se tuerza de malas formas.

La impaciencia nos produce mal humor, estrés, ansiedad, desesperación, frustración, enfado y desmotivación, a la par que nos incita a abandonar objetivos (como, por ejemplo, abandonar una dieta para perder peso o dejar de ir al gimnasio) si no obtenemos resultados de forma inmediata. La impaciencia y el vivir en el “ya” genera mucho malestar e insatisfacción, aunque socialmente a veces esté bien visto por el hecho de que parece que una persona impacientes es más activa o productiva, considerando erróneamente que paciencia es sinónimo de pasividad, pues la paciencia tiene que ver más con la inteligencia y la sabiduría.

Puesto que en la mayoría de las situaciones los tiempos de espera no son algo que dependa de uno mismo tendríamos que aprender a hacer una gestión eficaz de la impaciencia para que se transforme en paciencia y actitud paciente.

Tener paciencia significa fundamentalmente tolerar o soportar una situación no agradable o molesta sin perder la calma, gestionando de forma óptima la incomodidad emocional. La paciencia nos permite conseguir objetivos respetando los tiempos de consecución y formando parte del plan, motivando para conseguir dichos objetivos sin tirar la toalla. Par aprender a ser personas pacientes os recomiendo tener en cuenta los siguientes puntos clave.

Cómo entrenar la paciencia:

1. Acepta que cada cosa necesita su tiempo.

Por mucho que te impacientes por que el arroz se cueza más rápido, no se va a hacer más rápido. Acepta que cada situación necesita su tiempo y asúmelo con buena actitud, asume que no tienes el poder de controlar el tiempo.

2. Abandona la cultura del “YA”.

Lo inmediato no siempre es posible ni mucho menos tiene que ser más eficaz o mejor. Estresarte porque no te contesta rápido a un mensaje o porque llevas una semana haciendo ejercicio y todavía no se te marcan los abdominales no es ni útil ni realista. No todo depende de ti.

3. No esperes que los demás actúen como lo haces tú.

El hecho de que para ti los tiempos sean muy importantes no implica que esto tenga que ser así para los demás. Lo de “si fuera tú yo ya te habría dado una respuesta” no es válido. Cada persona tiene sus valores y prioridades y no tienen por qué coincidir con las tuyas. Entenderlo te ahorrará pasar malos ratos.

4. Conócete mejor.

Dedica un tiempo a pensar y anotar aquellas situaciones en las que la impaciencia te genera mucho malestar y aquellas en las que te manejas mejor. Conocerás tus puntos fuertes y débiles y en qué áreas o situaciones tendrás que trabajar más tu control emocional.

5. Quéjate menos.

Quejarte constantemente porque todavía te quedan dos años de carrera y tres meses para tus vacaciones no va a hacer que el tiempo pase más deprisa, es más, puede conseguir psicológicamente el efecto contrario: tener la sensación de que el tiempo corre más despacio porque tu atención se concentra de forma constante en el malestar, haciendo que esté más presente mentalmente.

6. Asume que no puedes controlarlo todo.

Solo puedes controlar tu comportamiento y asumir la responsabilidad de tus actos. Frustrarse porque tu compañero de trabajo hace los informes a un ritmo lento no es inteligente: no controlas su comportamiento. Céntrate en lo que depende de ti y sé realista con este tema.

7. Repite conmigo: equivocarse es de humanos.

Cometer fallos y errores es una capacidad que nos viene de serie como humanos que somos. Castigarse por cometer fallos y machacarse porque por ese error se va a tardar más en alcanzar el objetivo no es un comportamiento productivo. Mejor analiza la situación y el error cometido y trata de aprender todo lo que puedas de la situación para no volver a repetir el mismo fallo. Sí, tropezar dos veces con la misma piedra es otra de esas capacidades que tenemos.

8. Reduce el ritmo de vida.

No vayas siempre con el pie en el acelerador. Reduce la velocidad y deja de ir con prisas a todas partes, vivir todo el día en estado de estrés y con agobio no es vivir, o al menos no es vivir bien. Márcate objetivos, traza un plan y trabaja para alcanzarlos, pero no vayas siempre corriendo o no vas a poder disfrutar de tus logros.

9. Practica el sano ejercicio de vivir el presente.

Muy enlazado al punto anterior está el ejercicio de dejar de vivir en el futuro con sus habitantes los “¿Y si...?” centrándote en el presente, en el hoy y en el ahora. Cambia “¿Y si mañana no hablo bien en la reunión?” por “¿Qué puedo hacer hoy para que la reunión de mañana me sea satisfactoria?”. Tampoco vale anclarse en el pasado fustigándote por haber tardado un mes más de lo previsto en encontrar la casa que querías comprar, pues por mucho que te fustigues ya no vas a cambiar lo ocurrido. Céntrate en el presente.

10. Ordena tu escala de valores y prioriza.

¿Merece la pena que te alteres porque has perdido el metro y tiene que esperar a que pase otro? ¿De qué te sirve sacar sapos y culebras por tu boca porque estás en un atasco de tráfico? Establece una jerarquía de valores, relativiza y prioriza, decide (dentro de la medida de lo posible) qué cosas merecen tu atención y cuáles no. No gastes energías en cosas que en verdad no te merecen la pena o que consideras “tonterías”. Es más, define qué son tonterías para ti y otórgales en tu vida el peso correspondiente: mínimo.

11. Ríete más.

Ante la adversidad, saber sacar un lado cómico no siempre es fácil pero hace más llevadero el asunto. Tomarse las situaciones con sentido del humor favorece la mejor tolerancia de cosas que bajo una perspectiva más estricta o pesimista serían muy desagradables.

12. Pon a prueba tu paciencia.

Obsérvate desde fuera en situaciones cotidianas como el tráfico, la caja del supermercado, tener la nevera vacía, no encontrar el cargador del móvil o quedarte sin batería. Analiza cómo reaccionas y busca aplicar todas estas recomendaciones para mantener la calma y sentirte mejor. Empezar por lo cotidiano te preparará mejor para manejar situaciones más incómodas. Por supuesto, practica también en situaciones de mayor importancia. La vida cada día nos pone ejercicios para poner a prueba nuestra paciencia. ¡Apruébalos con nota!

Siguiendo estas recomendaciones y llevándolas a la práctica podréis manejar mejor este tipo de situaciones que requieren de paciencia. Eso sí, necesitáis entrenar, pues paciencia, constancia y buenos hábitos son tres cuestiones que van de la mano.

Tendréis que saber también que puede ocurrir que debido al cansancio, la importancia que tenga un determinado asunto o por cualquier otra razón, en un momento dado cueste tirar del arsenal de estrategias para ser pacientes y que por mucho diálogo interno que hagáis, nada funcione. Para esos momentos de impaciencia:

- Date un descanso. Deja de hacer cosas durante cinco minutos y trata únicamente de estar en silencio pensando en algo relajante. El mar, una cascada, un bosque o lo que sea que os aporte tranquilidad.

- Respira. Realiza respiraciones diafragmáticas profundas para relajar cuerpo y mente.

- Dialoga contigo. “En esta situación, ¿puedo hacer algo para cambiarla o mejorarla?”. Si es que sí plantéate cómo, si es que no da un repaso a las recomendaciones ofrecidas.

- Aprovecha el tiempo. Aprovechar momentos de espera para leer el periódico, escuchar un podcast pendiente o charlar con alguien son buenas formas de aprovechar el tiempo en lugar de frustrarse por considerar que mientras se espera se pierde tiempo.

- Escribe lo que te preocupa. Descarga tu cabeza de todo eso que te atormenta y delega en el papel.

Os animo a entrenar vuestra paciencia para evitar sufrimientos y malestar innecesario y hacer una mejor gestión de vuestras emociones. Si os sigue resultando muy complicado o incluso os está afectando en el día a día de forma que interfiere negativa y notablemente en vuestra vida, pedid ayuda profesional. Podéis contactar conmigo si lo deseáis.


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