Los estudios afirman que los seres humanos somos sociales, nuestra vida se encuentra enfocada a vivir en sociedad, necesitamos encajar en una comunidad por naturaleza. Es por ello que desde que nacemos nos encontramos acompañados por nuestras figuras de apego, la familia. A medida que vamos creciendo, vamos eligiendo a otras personas para formar parte de nuestro núcleo social y establecemos ciertos vínculos o niveles de socialización, es decir, esas personas ocupan un espacio en nuestra vida dependiendo de ciertas características que valoramos individualmente.
Lo que evaluamos como beneficioso para nosotros va a depender de nuestra personalidad y nuestras necesidades, entre otros factores. Podríamos dividir estos vínculos en distintas áreas: área familiar, área de amistad y área de parejas. Todas las personas que ocupan un lugar en nuestras vidas generan en nosotros ciertos sentimientos y entre ellos se encuentra el amor.
La Real Academia Española define el amor como “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser” , también como “un sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.La comprensión que realizamos de este término y de cómo podemos expresarlo va a depender, en gran parte, de la sociedad a la que pertenecemos.
A lo largo de las décadas el área familiar se ha entendido como la compuesta por dos personas, habitualmente hombre y mujer, que deciden contraer su unión a través del matrimonio y posteriormente extienden su legado para completar el concepto de familia. Actualmente, aunque sigue vigente este significado y percepción familiar, encontramos nuevas formas de entender este concepto: existen familias monoparentales, extensas, adoptivas, reconstituidas, etc.
La pareja tradicional parte también de las creencias establecidas en sociedad donde se elige a la persona con el fin de compartir la vida únicamente el uno con el otro, donde se generan una serie de roles preestablecidos, se enzarzan en la búsqueda de la formación de una familia tradicional. Acompañada de la monogamia, cuyo significado es que las relaciones sexo-afectivas tienen una exclusividad de dos personas, excluyendo a terceras. Actualmente, al igual que ha pasado con el área familiar, existen diferentes maneras de establecer vínculos con las personas que elegimos como parejas.
Como sabemos, una relación sana se construye sobre el respeto mutuo, la confianza y una comunicación asertiva. Existen unos límites (físicos, emocionales y sexuales) que eligen sus miembros según sus valores y necesidades.
El amor libre se define como una relación sexo-afectiva con otras personas desde el respeto, el cuidado mutuo y personal y la equidad. Este se basa en la honestidad y el consenso de las partes que conforman la relación. La comunicación asertiva es la base nuclear de estas relaciones: se llega a un acuerdo mutuo sobre las características que conforman la relación, las personas que la componen, etcétera. Surgen, por tanto, diferentes conceptos de pareja y posibles vinculaciones a nuestra elección:
El poliamor: es definido como la capacidad de amar a varias personas al mismo tiempo y mantener relaciones estables con todas ellas. Dependiendo de la práctica y los valores de las personas involucradas, se encuentra el poliamor autónomo que hace hincapié en la autonomía del participante para elegir y desarrollar relaciones; y el poliamor jerárquico que plantea la existencia de relaciones primarias y secundarias que coexisten temporalmente y se diferencian en tiempo, proyectos en común, etcétera..
Las relaciones abiertas: se propicia el establecimiento de vínculos sexuales con otras personas que no sea la pareja central sin la posibilidad de establecer vínculos afectivos.
La anarquía relacional: los vínculos que se establecen con los demás, no se encuentran categorizados. No hay unas características específicas para cumplir con la relación de pareja. Por ejemplo, no se cree necesario el matrimonio puesto que la demostración del amor hacia la otra persona se realiza de otras maneras.
El amor libre se vive de manera flexible y si las personas que lo llevan a cabo toman la decisión de realizar cambios en los acuerdos preestablecidos con anterioridad, se vuelve a estructurar la relación con las nuevas peticiones. Por ejemplo, si se había decidido tener una relación abierta y cualquiera de las partes no se encuentra cómoda con ello, se comunica a la otra persona y se intenta formar un nuevo acuerdo en la relación. Estas nuevas concepciones, se adaptan de manera progresiva a nuestra sociedad y a nuestra historia, sumada a la libertad real de poder elegir cómo queremos relacionarnos. Van de la mano de una lucha social por cambiar la manera de ver las relaciones de pareja y dar visibilidad a las personas que no se encuentran a gusto con las relaciones tradicionales. Parten de la base del bienestar individual y del poder satisfacer todas sus necesidades con diferentes personas, más allá de una relación de amistad. Mikel Laboa, cantautor español, comenta: “Si le hubiera cortado las alas habría sido mío, no habría escapado. Pero así, habría dejado de ser pájaro. Y yo.. ¡Yo lo que amaba era al pájaro”. ¿Y tú?, ¿Cómo quieres vincularte con los demás?
Si quieres trabajar en tu forma de relacionarte y vincularte en pareja, no dudes en contactar con nuestro despacho y pedir una primera cita.
María Afonso
Psicóloga General Sanitaria colaboradora
en el Despacho de Psicología Sonia Garcia
Kommentare