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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s

El mito de la adivinación



Parejas que llegan a terapia porque discuten mucho, parejas que vienen porque hace tiempo que no se entienden, parejas que acuden en busca de ayuda profesional porque no saben si continuar o no con la relación. Tres ejemplos diferentes con tres puntos en común: problemas de comunicación, adivinación del pensamiento del otro e interpretaciones distorsionadas de la realidad.

El 99% de las parejas que acuden a terapia, por la razón inicial que sea, presentan problemas de comunicación. Para no extenderme en este asunto, te remito a mi artículo Interferencias en la pareja donde expongo detalladamente las razones que llevan a los problemas de comunicación en la pareja.

En este artículo quiero centrarme en los otros dos puntos: la adivinación del pensamiento y las interpretaciones distorsionadas de la realidad.

"Mario y Sara están casados. Ayer quedaron en que, cuando salieran por la tarde de sus respectivos trabajos, se verían a las 19:00 directamente en la puerta del cine donde iban a ver una película. Sara llega puntual pero Mario, sin avisar, no aparece hasta las 19:30".

¿Cuántas interpretaciones diferentes se te ocurren para este mismo relato?

1. Mario es un desconsiderado por no avisar.

2. Sara se habrá preocupado mucho.

3. Mario estará temiendo la reprimenda de Sara.

4. Sara estará enfadada.

5. Mario habrá pillado atasco.

6. ....

Podemos hacer tantas lecturas de un mismo hecho como personas hay en el mundo.

¿De qué dependen estas lecturas?

Dependen de:

  • Nuestro estado de ánimo.

  • Nuestras experiencias y vivencias pasadas.

  • Nuestros esquemas mentales (ideas sobre nosotros, los otros y el mundo).

Interpretamos en función de cómo nos sentimos y la información que poseemos.

Hacer una lectura de lo que le pasa a otra persona por la cabeza es una adivinación, puesto que ningún ser humano tiene la capacidad de saber lo que ocurre en la mente de otro, pero nos ponemos nuestro traje de adivinos/as y vamos adivinando pensamientos con nuestra bola de cristal. Además, como se trata de adivinaciones, la probabilidad de acierto no es demasiado elevada, lo que hace que se cometan errores con mucha frecuencia, errores cuyas consecuencias pueden ser peligrosas en las relaciones de pareja.

¿Os suena eso de: "Si es que sé por qué pones esa cara", "¿Es que mirándome no sabes lo que necesito?", "Me parece increíble que a estas alturas no sepas lo que pienso cuando pongo esta cara", "Por tu cara sé lo que te pasa, no lo niegues"? Pues a esto me refiero exactamente. Nos creemos adivinos y deseamos/exigimos que nuestra pareja también lo sea.

Volviendo a Mario y Sara, pensemos en las consecuencias que tendrían para ellos las diferentes interpretaciones que se han expuesto arriba que no son más que suposiciones y que cada uno las toma como realidades indiscutibles. Por ejemplo, si Sara piensa que es un desconsiderado probablemente se sentirá decepcionada o enfadada y su manera de comunicarse con él será diferente que si cree que le ha podido ocurrir algo y se siente preocupada.

Vemos cómo en la relaciones de pareja (y en la vida en general) cuando ocurre un hecho que no está muy claro (o sí) lo que hacemos es creer que sabemos lo que la otra persona está pensando (o le adjudicamos intenciones sin la certeza necesaria para ello) en lugar de preguntárselo, hacemos una interpretación de ello (o le ponemos etiquetas: "Es un/a tal",...) y actuamos en consecuencia, provocando a su vez una respuesta en el otro.

En las relaciones de pareja este mito viene de: "Si me ama tiene que saber lo que necesito sin que yo se lo pida". ¿Pero qué barbaridad es ésta? ¿Acaso el amor nos convierte en adivinos/as? Por supuesto que no. Esta creencia solo lleva a errores de interpretación, a malentendidos y a discusiones, sacando a la luz los problemas de comunicación. Lo de adivinar es mucho mejor dejarlo para divertirse en los juegos de mesa.

Antes de interpretar es mejor PREGUNTAR, nadie como esa persona sabe lo que pasa por su cabeza. Una vez que tienes la información correcta o completa, es cuando puedes actuar en consecuencia. Piensa que los malentendidos no vienen de los hechos en sí, sino de las interpretaciones que hacemos de ellos. Reflexiona sobre esto y no te aventures con tu bola de (frágil) cristal.

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