Podría definirse la decepción como esa sensación que experimentamos cuando no se cumplen nuestras expectativas con respecto a un objeto o a una persona, o cuando sí se han cumplido pero tras determinados hechos o sucesos dejan de cumplirse.
Previo a la decepción encontramos la frustración, aunque en realidad van de la mano. Cuando nos frustramos nos sentimos decepcionados, y cuando algo nos decepciona podemos sentirnos frustrados.
Podemos sentir decepción ante un objeto, por ejemplo, imaginaros que una persona estaba deseando con todas sus ganas tener un determinado coche porque le parecía una pasada y cuando por fin lo adquiere ve que no era para tanto y piensa “¡Qué decepción!”. ¿Por qué ocurre esto? Pues ocurre porque no se han cumplido sus expectativas. La persona tenía unas expectativas muy altas con respecto a ese coche y resulta que la realidad no era tan espectacular.
Por otro lado hay otro tipo de decepción que nos afecta mucho más que es la decepción ante una persona, una relación o un compromiso con alguien. Cuando es una persona la que nos decepciona, además de nuestras expectativas se vienen abajo muchas más cosas, se produce una especie de desengaño. Si la persona que nos decepciona es nuestra pareja, bien porque hemos descubierto que no era como pensábamos o como creíamos que iba a ser o porque antes sí era de esa forma y de pronto (o no tan de pronto) ha dejado de serlo. En el primer caso se ha perdido la posibilidad de tener lo que se esperaba y en el segundo caso se ha perdido lo que se tenía o lo que se creía que se tenía. En ambos casos la decepción supone una pérdida.
¿Qué cosas decepcionan en una relación de pareja?
Encontramos que lo que decepciona no es tanto la existencia de conflictos en la relación de pareja como sí lo es la ausencia de gratificaciones o satisfacciones, es decir, el no disfrutar de algo positivo o que nos guste.
Dos tipos de decepciones en pareja:
Que nos decepcione la otra persona, que con el paso del tiempo nos demos cuenta de que no es esa persona perfecta e ideal que creíamos al principio porque tiene sus defectos como todo ser humano.
Que nos decepcione la vida de pareja, la relación de pareja en sí. Esto se produce sobre todo con la convivencia, cuando la persona se da cuenta de que convivir no es fácil ni es tan romántica como se pensaba.
Cuando surge el sentimiento de decepción en la relación de pareja pueden darse tres efectos diferentes: que termine con el amor, que fortalezca la relación o que suponga un bloqueo o situación de stand by en la pareja.
Cuando la decepción termina con la relación de pareja:
Si en la relación de pareja, sobre todo al principio, se idealiza excesivamente al otro miembro y además están rondando por ahí mitos románticos como el amor eterno o el verdadero amor y la media naranja, es posible que cuando esas expectativas de idealización romántica no se cumplan llegue la frustración, con ello la decepción y que la relación se debilite e incluso se rompa. Este tipo de decepción es fulminante.
Cuando la decepción fortalece la relación de pareja:
En este caso el hecho de que no se cumplan esas expectativas sobre el otro o sobre la relación de pareja, lejos de destruir la relación, puede fortalecerla de forma que el mejor conocimiento del otro y de lo que es la relación de pareja les da la oportunidad de crecer juntos. Es decir, se produce una aceptación sincera del otro, lo que se traduce en que la relación de pareja se sustente bajo una base de realidad que no esté expuesta constantemente a la frustración y a la decepción.
Cuando la decepción bloquea la relación de pareja:
Tras una frustración y una decepción simplemente no hay reacción, no se destruye la relación pero tampoco se fortalece, se estanca en un punto que no va ni hacia adelante ni hacia atrás. Esta situación dista bastante de la felicidad en pareja.
¿Cómo manejar las decepciones en las relaciones de pareja?
Sufrir decepciones en la pareja es algo inevitable. Para manejarlas es importante que no focalicemos toda nuestra atención en lo que le falta o lo que ha dejado de tener o lo que yo creía que era y no es mi pareja, es decir, poder aceptar que nuestra pareja no mide 1,90, que no es tan romántico como al principio y que tiene un sentido del humor difícil de entender, y sobre todo prestar atención a esas cosas que sí tiene y que nos gustan, como por ejemplo que juega con los niños o que nunca olvida fechas especiales.
La forma de manejar las frustraciones es bajar a la realidad, no focalizar todo en lo negativo, poner atención en lo positivo y aceptar que nuestra pareja no es ni un príncipe ni una princesa azul (porque no existen) y que la relación de pareja no es un camino de rosas en el que todo fluye naturalmente y sin ningún esfuerzo, sino que la relación de pareja es un trabajo en equipo y que si ambos no trabajan en una misma dirección es difícil que esa relación progrese.