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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s

Cómo expresar lo que no me gusta en pareja


Llega una pareja a consulta que refiere que el principal problema de ellos es que se hablan mal y de forma muy brusca, que tienen problemas de comunicación. Esta historia se repite con frecuencia en terapia de pareja.


Dice el dicho popular que la confianza da asco y es así como se refieren muchas personas cuando acuden a terapia de pareja a esa forma de comunicar lo negativo, lo que no gusta, lo que molesta. Parece que con otras personan tienen más cuidado con las palabras y el tono que utilizan y que con la pareja el filtro del respeto se lo saltan. Esto suele ocurrir porque se considera que, si la pareja está asentada o "segura", ya no hace falta esforzarse tanto en cuidarla y que nos podemos hablar de cualquier manera. Esto es un completo error.


La verdad es que no se trata de un problema de exceso de confianza en la relación, sino que más bien se trata de dejadez y pasotismo si antes la pareja sabía comunicarse de forma adecuada y respetuosa, o podríamos hablar de falta de habilidades de comunicación de una o todas las partes si en ningún otro momento de la relación han sabido expresarse de forma diferente.


Ese hablarse de forma brusca se traduce en expresar lo que se piensa sin filtro, sin empatía, de forma no asertiva, persiguiendo como objetivo poner de manifiesto nuestra queja y resaltar lo negativo de la otra persona y no tanto hacer una petición de cambio asertiva a la pareja. Esto se traduce en: te lo digo así para quedarme a gusto y sacarte los colores en lugar de buscar la forma de expresarlo de forma respetuosa que te invite a ponerte en mi piel y que reflexionemos juntos sobre el tema.


Expresar a la pareja el malestar y lo que no nos gusta es un ejercicio de comunicación necesario si queremos que la cosa fluya bien. La clave de su efectividad estará en la forma de comunicarlo. Cuando le decimos a nuestra pareja aquello de la relación o de su persona que nos molesta, lo ideal será hacerlo de forma que no sea un mensaje destructivo y/o que se desvanece en el aire y que sí llegue respetuosamente al receptor de forma que, al menos, se negocie.


Podemos encontrar distintas formas disfuncionales de comunicar el malestar en pareja:


- Ley del silencio: ante lo que no me gusta me silencio y no me comunico, no al menos verbalmente. La otra persona puede vivirlo como un castigo. También puede vivirlo con incertidumbre o, incluso, ni tan siquiera darse cuenta.


- Hacer gestos y poner caras: suspirar, mirar hacia otro lado, gestos faciales de asco,... Es otra forma poco efectiva de comunicar mediante el lenguaje no verbal el malestar que, además, suele dar lugar a malentendidos.


- La queja improductiva y abstracta: "es que menuda mierda", "es que no entiendo por qué haces eso", "¿que he hecho yo para merecer esto?", ¿de verdad que no te das cuenta de lo que haces?", "otra vez la misma historia". Aquí se expresa el malestar de forma no concreta. Son mensajes con contenido hueco donde se suelta algo así como un suspiro traducido verbalmente.


- El fenómeno de la generalización: "nunca limpias el baño", "siempre que me acerco a ti en la cama te apartas". Esa generalización suele ser exagerada porque la vida no es de blanco o negro. Hay muchos grises y muchos colores más. Cuando generalizamos a lo negativo infravaloramos aspectos positivos o, lo que es lo mismo, aquellas veces que la pareja "sí ha limpiado el baño" o "que fue receptiva ante en acercamiento íntimo", causando desmotivación.


- Etiquetas: "eres un drogadicto de tu trabajo", "de tus amigas, la más tonta eres tú por hacer tantos favores". Las etiquetas encajan a las personas en categorías y, cuando a otra persona le repetimos en reiteradas ocasiones esa etiqueta acaba creyéndose que es así actuando como tal, fomentando justo lo contrario a lo que queríamos.


- Órdenes: "tienes que hacer tal cosa por mí". En pareja dar órdenes supone experimentar un cambio de roles y en lugar de negociaciones lo que se dan son imposiciones, peticiones de obediencia y echar broncas si no se cumple la orden. Una persona puede verse en el papel de madre o padre de su pareja.


- Chantaje emocional: "si me quieres tienes que venir conmigo al cine". Esta es la fórmula manipuladora de conseguir cambios y beneficios sin pasar por el filtro de la negociación. Aquí la ganancia es unilateral y la disfruta la persona que manipula. El equilibrio y la salud de la relación se pierden.



En todas estas formas la pareja suele percibir esa expresión del malestar como un ataque o reproche y no como una invitación a la reflexión. Ante la percepción de ataque la otra persona principalmente toma uno de esos dos caminos: quedarse en blanco sin entrar al trapo o ignorando (afrontamiento pasivo) o lanzar otro ataque (afrontamiento agresivo). Ninguna de estas dos estrategias de afrontamiento es efectiva. Solo sirven para generar mayor malestar, frustración, enfado y dolor a la pareja.


Sin embargo, si la pareja aprende estrategias de comunicación asertivas y efectivas para expresar el malestar y el deseo de cambio, la sensación de ataque no estará y el diálogo fluirá de manera que pueda negociarse eso que molesta. Así, ni caerá en saco roto ni será motivo de conflicto improductivo.


¿Cómo expresar asertivamente el malestar en la pareja y la petición de cambio?


Con el objetivo de que ese aspecto que me causa malestar cambie, mejore y/o desaparezca, la fórmula correcta y más efectiva para expresar lo que no nos gusta de la pareja consiste en hablar desde el yo. Comunicar cómo a mí me hace sentir esa situación y de qué forma me gustaría que cambiase, dando pie al diálogo y a la comunicación, no verbalizándolo como una verdad absoluta. Además, cuidar las formas a la hora de comunicarnos con la pareja es señal de cuidado de la relación y de respeto a la otra persona. Cuando no medimos las palabras podemos causar un daño que podría ahorrarse.


Existen dos fórmulas muy adecuadas para ello:


- Petición de cambio asertiva: "Cuando... me siento...., por lo que me gustaría...". "Cuando te refieres así a mi madre me siento muy triste, por lo que me gustaría que no te refieras a ella en esos términos". Cuanto más claro sea el mensaje, menos pie se da a malentendidos y a irse a otros asuntos que desvían la atención del tema principal. En este caso hablamos de cómo nos hace sentir un determinado comportamiento de nuestra pareja y una petición de cambio concreta.


- Técnica del sándwich: esta fórmula se considera beneficiosa para motivar el cambio, pues no solo se emite el malestar, sino que a la par se refuerzan aspectos positivos de la pareja. Se trata de ir montando el sándwich como si el pan de molde fueran aspectos positivos de la pareja y el queso fuera la expresión del malestar y la petición de cambio. Por ejemplo, "Sé que te esfuerzas mucho en organizar tu agenda para llegar a todo, pero me gustaría que cumplieses los acuerdos que tenemos con respeto al orden de la casa, cuando te comprometes con las cosas lo haces de verdad y eso me gusta de ti".


Cualquiera de estas dos formas son mucho más útiles y productivas que todas las anteriores. Las primeras se centran en "vomitar" y vaciar el malestar una y otra vez (vomito el malestar, nada cambia, me vuelvo a llenar de malestar, vomito nuevamente y se reinicia el bucle), mientras que estas dos últimas se centran en exponer la situación y buscar la opción para el cambio, lo que, tras una negociación y un acuerdo que satisfaga a todas las partes, permitirá que el malestar desaparezca o que, al menos, disminuya notablemente, repercutiendo de forma positiva en la satisfacción en la relación.



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