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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s
Foto del escritorSonia García Barbera

Duelos sin posibilidad de despedida



El duelo es un proceso psicológico natural que se activa como respuesta ante una pérdida. Es un proceso emocional adaptativo que cada persona vive de una forma diferente según sus características personales. El proceso de duelo lleva su tiempo, un tiempo que para cada persona es distinto y que hay que respetar para que poco a poco se vaya aceptando la pérdida, aceptación que se va elaborando a partir de las distintas fases del duelo.


Dentro del proceso de duelo ante el fallecimiento de un ser querido el ritual de despedida es muy importante, pues se trata de una especie de puente entre la dura realidad y su aceptación. La despedida del ser querido fallecido permite expresar el dolor y es la primera toma de contacto con la realidad del fallecimiento para poder llegar a aceptar dicha realidad.


En tiempos como los que corren a causa del COVID-19 esta despedida puede que no exista, al menos de forma inmediata. Es posible que recibas una llamada en la que te comunican que un ser querido ha fallecido (a causa del COVID-19 o no) y debido a la situación actual no es posible despedirle ni rodearse de otros seres queridos para hacerlo, lo que conlleva a que el duelo sea más doloroso aún si cabe. Podríamos estar hablando en estos casos de que se acabe desarrollando un duelo patológico (donde la persona se queda anclada en alguna de las fases del duelo –normalmente en la fase de depresión- y no sale de ahí) o un duelo pospuesto (donde la persona se mantienen en una sensación de desorientación o incredulidad hasta que pueda iniciar naturalmente su proceso de duelo). En ambos casos pueden desarrollarse trastornos depresivos, ansiedad y trastorno por estrés postraumático (TEPT).


La despedida dentro de un duelo permite quedarnos en paz mental y emocional al decir conscientemente adiós a esa persona que no volveremos a ver físicamente, hecho que facilitará el proceso de duelo posterior. Si no hay posibilidad de despedida es muy probable que se de alguno de los duelos mencionados anteriormente. Puede darse un duelo pospuesto o aplazado en el que la persona no muestra signos de dolor y se vuelque en otras áreas de su vida para mantener la mente ocupada (el trabajo, los hijos, la limpieza, el deporte) y evitar pensar en lo que ha ocurrido porque es especialmente traumático, de forma que su cerebro como mecanismo de defensa niega el dolor. Este duelo puede dar lugar a un proceso patológico que debería ser tratado psicológicamente.


Recomendaciones generales para elaborar un duelo complicado sin despedida:


Si a causa de la cuarentena y el confinamiento por el COVID-19 no se puede realizar el ritual de despedida ante el fallecimiento de un ser querido, a pesar del dolor y el sufrimiento pueden seguirse unas recomendaciones generales para que el duelo se elabore de la forma más adaptativa posible:


  1. No negar cada una de las emociones experimentadas así como tampoco los sentimientos. Aceptar que es normal y natural sentir tristeza, miedo, culpa, enfado, frustración, impotencia, rabia… porque forman parte del proceso. Llorar está bien y cumple su función biológica y emocional.

  2. Apoyarse en el entorno aunque sea a través de llamadas telefónicas. Los tiempos del coronavirus han cambiado nuestra forma principal de relacionarnos con el entorno y ha pasado de ser física a ser virtual y telefónica. Sea como sea el medio, apoyarse en los seres queridos es fundamental para elaborar la pérdida y mostrarse afecto en estos duros momentos. Compartir cómo nos sentimos es importante.

  3. Realizar un ritual de despedida simbólico de forma personal. Una idea sería escribir una carta de despedida al ser querido que ha fallecido incluyendo todo lo que se le quería decir antes de su pérdida y cómo se está sintiendo con esta situación. Aún así, es importante no idealizar la despedida ni obsesionarse con ella, pues es una parte más de la vida y no la única ni la más importante de nuestra relación con el ser querido que ya no está.

  4. Asumir que existe la posibilidad de realizar el ritual de despedida o el funeral más adelante cuando la situación actual lo permita. Entender que ahora es responsabilidad de todos quedarnos en casa para no poner en riesgo nuestra salud ni la de los demás. El hecho de aplazar el ritual no es un capricho, es un acto de responsabilidad y generosidad.

  5. Buscar ayuda de un psicólogo que guíe y apoye en este proceso de duelo de despedida para que sea lo menos traumático posible.


“La elaboración del duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida de lo que no está, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta su ausencia”.

- Jorge Bucay -

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