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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s

Enseña a tus hijos a cultivar la paciencia



Tengo hambre y quiero comer ya. Quiero tomar una chocolatina y la quiero ya. Me apetece dormir y quiero dormir ya. Si no consigo el “ya” me frustro, lloro, pataleo, grito e incluso tengo una rabieta. Todos estos comportamientos son propios de niños pequeños, pues en ellos todavía no está establecido el hábito de la paciencia porque, entre otras cosas, la percepción del tiempo que tienen los niños es diferente a la de los adultos y poco a poco tienen que ir educándose y aprendiendo a tolerar la frustración de la no inmediatez y que esto es un hecho inevitable en la vida.

Este aprendizaje debe empezar a instaurarse a partir del segundo y tercer año de vida, pues a partir de ese momento están más capacitados para ir asumiendo este tipo de hábitos aunque no sea hasta los seis años aproximadamente cuando ya de forma consciente comprendan el sentido de la espera.

Enseñar a los niños a ser pacientes es enseñarles a gestionar sus emociones de forma sana para que después se vayan desarrollando como adolescentes y adultos tolerantes y maduros. Si se les inculca la gratificación inmediata, el corto plazo y el “ya” se estarán desarrollando niños intolerantes, inmaduros, incapaces de tolerar la frustración y con pocas habilidades sociales y que pueden convertirse en auténticos tiranos.

Puesto que es responsabilidad de los adultos brindar las herramientas necesarias a los niños para que aprendan a desarrollar la capacidad de la paciencia y ya que los niños son esponjas que absorben y se nutren de todo lo que les llega, podrían seguirse las siguientes estrategias para ayudar a los niños a ser más pacientes:

1. Sé un modelo a seguir.

Los niños son esponjas que van absorbiendo y se empapan mucho de tu comportamiento. Aprenden imitando, así que sé un ejemplo a seguir. Si no sabes gestionar la impaciencia, te pones muy nervioso y enfadado ante la espera o con situaciones fuera de tu control o te quejas todo el tiempo, no pretendas que ellos no hagan lo mismo: les estás enseñando cómo se actúa en esas situaciones. Sé un modelo a seguir desde la calma, la paciencia y la correcta gestión de emociones. Este punto deberá aplicarse al resto de estrategias.

2. Enséñales normas de convivencia y comunicación.

Esto consiste en educar en el respeto y en la comunicación asertiva. Las cosas se piden de forma educada y por favor, respetando a la otra persona siempre, pidiendo también ser respetado. Dentro de esto, hacerle entender que una rabieta no es el modo acertado de conseguir lo que uno quiere, sino que el medio será esa comunicación asertiva, así como que interrumpir una conversación no será la mejor forma para pedir lo que se desea, sino que habrá que hacerlo de forma respetuosa.

3. Comprende que es un niño.

Es un niño y, como tal, comprende que a su edad existen ciertas limitaciones. No podemos pretender que piense como un adulto. Le estás educando para que sea un niño, un adolescente y un adulto feliz, pero ahora sólo es un niño pequeño. Entiende que si está cansado o tiene hambre, exponerle a la espera pretendiendo que lo asuma con paciencia y calma puede ser un objetivo no realista. Empatiza y aprende a entender sus tiempos, necesidades y reacciones.

4. Cumple tus promesas.

Cumplir con tus premios y castigos es obligado. Si le dices que hasta que no recoja los juguetes no verá los dibujos animados, cumple tu palabra. Sé congruente. De esta forma aprenderá que la espera tiene un sentido.

5. Introduce poco a poco pequeños tiempos de espera.

Exponerle a la espera de situaciones como darle la merienda o sacar los juguetes empezará a establecer las bases de aprendizaje de que no todo lo gratificante tiene por qué ser inmediato.

6. Adapta tu lenguaje al suyo.

Trata de explicarle el sentido de la espera para que entienda por qué a veces hay que esperar utilizando un lenguaje adaptado a su edad. Utilizad explicaciones cortas, claras y sencillas o perderá su atención en lo que le estás contando. Por ejemplo: “Para jugar al balón tenemos que esperar a que la abuela se marche para no darle un balonazo sin querer”. Todo (o casi todo) tiene un por qué, cuéntaselo y desecha los “porque sí” o “porque lo digo yo” porque este tipo de mensajes autoritarios y sin contenido desorientan.

7. Enséñale a gestionar tiempos de espera.

Los tiempos de espera pueden ser buenos momentos para la reflexión y la introspección personal, pero no par un niño de corta edad. Enséñale a ocupar esos tiempos de espera con pequeñas tareas dinámicas que capten su atención y le mantengan entretenido. Según vaya cumpliendo años habrá que enseñarle también a tolerar el aburrimiento en estas situaciones. Mientras tanto, tareas como leer un cuento en la sala de espera del médico, llevar algún pequeño juguete o jugar al “veo, veo” pueden ser buenas opciones.

Siguiendo estas estrategias estaréis educando a vuestros hijos en la gestión de la espera, la paciencia y las gratificaciones no inmediatas, cultivando un camino hacia la madurez y la tolerancia. Si vuestro hijo, dependiendo de la edad, muestra una actitud desafiante, negativista o incluso agresiva, no respetando prácticamente ninguna norma, os recomiendo pedir orientación profesional para reconducir la situación cuanto antes. Si lo necesitáis, podéis contactar conmigo para solicitar orientación.


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