Hoy en día puede ocurrir que, tras algún evento negativo como haber suspendido un examen o haber discutido con la familia, parezca que debemos mostrarnos alegres y evitar cualquier tipo de emoción relacionada con la tristeza o la ansiedad. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, sentir emociones desagradables en ciertas ocasiones, puede llegar a ser positivo porque todas las emociones son adaptativas y funcionales (tienen una función, sirven para algo).
Todas las emociones tienen una utilidad, incluso las que parecen poco ventajosas. Por ejemplo, si no se sintiese tristeza tras discutir con un amigo, nunca aprenderíamos de nuestros errores. Cuando estamos tristes, tendemos a reflexionar sobre lo que ha ocurrido y esto puede tener varias consecuencias. En primer lugar, puedes llegar a la conclusión de que debes pedir perdón, ya que muchas veces no nos damos cuenta de cómo ha sido una situación hasta que nos paramos a pensar en ella. En segundo lugar, nos ayuda a comprender qué hacer y qué no hacer la próxima vez que se nos presente una situación similar.
Reprimir este tipo de emociones cuando tenemos un mal día en el trabajo o no te encuentras bien ese día en general, tiene un efecto diferente al que se piensa. Puede conllevar culpa o inseguridad. Por ejemplo, si al levantarte por la mañana te encuentras muy cansado y sin ganas de hacer nada, es mejor aceptar que es válido descansar y sentirse sin energía a veces y que, si uno se lo puede permitir, no hay nada de malo en tomarse un día de descanso de vez en cuando. Ahora bien, si ante esta misma situación nos dedicamos a sentir culpa, siendo autoexigentes y a juzgarnos a nosotros mismos por “vagos”, por ejemplo, esas emociones negativas se van a sumar a las anteriores generando más malestar a la larga.
La validación es una forma más de autocuidado en la que, a partir del propio autoconocimiento, reconocemos nuestras emociones y las aceptamos sin juzgarlas para un mayor bienestar personal. Ser consciente de ellas puede llevarnos, por ejemplo, a desahogarnos con algún amigo sobre lo que nos ha pasado pero, en cambio, si no las aceptamos, nunca podrá ocurrir esa ventilación emocional.
Además, el aceptar nuestras propias emociones y saber identificarlas puede llevarnos al siguiente paso, que sería el saber regularlas. Si nunca nos permitimos estar enfadados con los demás, no vamos a saber cómo gestionar el enfado o cómo resolver los conflictos de manera justa.
Si nunca le diríamos a un amigo que se encuentra mal que “está exagerando” o “que no es para tanto”, ¿por qué nos lo diríamos a nosotros mismos? Muchas veces somos demasiado duros con nosotros mismos y no nos permitimos fallar o sentirnos mal.
Pero ojo, no solo hay que validar las emociones de contenido desagradable, también es importante hacerlo con las de contenido agradable. Por ejemplo, cuando se está en una comida con amigos y de repente te das cuenta de lo a gusto que estás y de lo mucho que quieres a esas personas, estamos validando emociones y sentimientos agradables, la alegría y el amor. Estas emociones pueden servir para apreciar esos momentos y saber cuidar de las personas que tenemos cerca y queremos.
Como ejercicio para validar nuestras propias emociones, propongo lo siguiente:
Cuando nos sintamos tristes o enfadados…
Reflexionar sobre la emoción: ¿qué emoción estoy sintiendo?
Buscar la causa: ¿por qué me siento así?, ¿qué ha pasado para que esté sintiendo esto?.
Aceptar que es válido sentirse así: si he discutido con mi pareja, es normal que esté triste.
Delimitar un tiempo aproximado para expresar esa emoción. Es decir, puede ocurrir que en ese momento no pueda uno permitirse libremente sentirse triste o enfadado porque, por ejemplo, está en el trabajo y debe continuar. Lo que se puede hacer en estos casos es establecer un tiempo en el que sabes que vas a estar en casa, tranquilo, para llorar o expresar esa tristeza con algún amigo, familiar o a solas. Al igual que no podemos mantener esa tristeza toda la vida, porque podría pasar a suponer un problema, por lo que también debemos saber establecer un fin, tras haber validado y expresado esa emoción correctamente.
Parece dificil de entender, pero es necesario sentirse triste, enfadado o estresado en nuestra vida cotidiana. Hoy en día, parece que tenemos que huir de las emociones desagradables como si de algo destructivo se tratase, y lo cierto es que son emociones tan útiles como la alegría o la satisfacción. ¡Permítete sentir lo que tengas que sentir!
Si quieres explorar en ti y aprender más cómo te gestionas con la validación emocional, no dudes en pedir cita en el Centro de Psicología Sonia García.
Este artículo ha sido redactado por María Roa,
Psicóloga General Sanitaria colaboradora en el
Centro de Psicología Sonia García.
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